Existen las complicaciones, y existe Rowen Sterling.
Después de cinco años de adormecer el dolor con chicos, alcohol y apatía, ella se encuentra en terminal de autobuses rumbo a alguna parte de Montana, tras haberse graduado del instituto. Su madre aceptó pagar la escuela de arte de sus sueños sólo si demuestra que puede trabajar duro y mantenerse lejos de los problemas en Willow Springs Ranch. Preparar el desayuno al amanecer para una docenas de vaqueros y limpiar establos de caballos son las últimas cosas que Rowen quiere hacer durante el verano.
Hasta que Jesse Walker entra en su vida usando unos vaqueros con manchas de pintura, un sombrero y una sonrisa que hace que algo en su pecho haga boom-boom, algo que creía congelado. Jesse es único, y sin duda nada parecido ella. Es el brillante y resplandeciente para su oscura y destartalada vida.
Rowen sabe que no hay felices para siempre para el chico dorado y la chica rebelde —la felicidad del momento es pasajera—, así que intenta olvidar e ignorar al chico que hace que sienta cosas que no está segura de estar lista para sentir. Pero cuanto más lo aleja, más parece perseguirla. Cuanto más se convence a sí misma de que no le importa, más se enamora.
Cuando sus oscuros secretos se niegan a permanecer encerrados detrás de los muros que ha mantenido durante años, Rowen comprende que no necesita ser honesta con el resto. Sino consigo misma.
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