Crecí con tres hermanos. No estaban atados a mí por sangre, pero nuestra relación iba más allá de la genética o el mismo apellido. Nuestra conexión fue forjada el verano en que cumplí trece años, el verano en el que mi mamá terminó con su vida y me dejó bajo la custodia de John Armstrong, un hombre que nunca había conocido. Empaqué todo lo que tenía en un par de cajas, salí de la familiaridad de la gran ciudad y me dirigí al oeste de Red Mountain Ranch, situado en un valle solitario fuera de Jackson Hole.
Nada era lo que parecía en Red Mountain, no pasó mucho tiempo para darme cuenta de eso. John era amable conmigo pero distante, como si tuviera miedo a dejar que alguien se acercara demasiado. Sus tres hijos adolescentes tenían sus propias estrategias para mantener el amor tan lejos como podían. El mayor, se distraía con relaciones baratas que duraban una noche. El hijo mediano, se lanzó en el rigor de construir un rancho, y el tercero hacía uso de la crueldad y juegos mentales, en su intento de evitar que la gente se acercara.
Ha pasado el tiempo, y he pasado esos años tratando de olvidar al hermano del cual me había enamorado, el mayor error de mi vida.
Finalmente, he seguido adelante. Por fin, estoy de vuelta. Pero lo que no me di cuenta fue que huir del hermano equivocado significaba que también había huido del correcto. El que había estado ahí para mí todo el tiempo, esperando en la sombra de su hermano por el día en que quisiera o pudiera seguir adelante.
Pero una década es un largo tiempo para esperar. ¿El hermano que debería haber elegido todos esos años siguió adelante también? ¿Estoy a punto de descubrir que mi mayor error no fue enamorarme del hermano equivocado, sino que fue no corresponder al correcto antes? ¿El amor no correspondido tiene fecha de vencimiento?
Estoy a punto de averiguarlo.
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