Entrar por la noche y hablar con ella era mi escape, mi santuario.
Su verdadero nombre era Edén, pronto lo descubriría.
Desde la primera vez que nos conectamos en línea, me encontré paralizado.
Ella era una adicción.
Al principio, no sabíamos nada acerca de las identidades reales del otro ... y ella se mostró inflexible en que mantengamos las cosas de esa manera. Sin embargo, el anonimato no tuvo efecto en nuestra química imparable. En todo caso, nos permitió abrirnos aún más en formas que de otra manera no tendríamos.
Eden era divertido, inteligente, hermoso, todo lo que siempre había querido en una mujer.
Pero realmente no podía tenerla.
Había aceptado que las cosas tendrían que seguir como estaban, hasta el día en que encontré una pista que me llevó directamente a ella.
Así que me arriesgué.
Y fue entonces cuando realmente comenzó nuestra historia de amor.
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